"Lolita, luz de mi vida, fuego de mis entrañas. Pecado mío, alma mía. Lo-li-ta: la punta de la lengua emprende un viaje de tres pasos paladar abajo hasta apoyarse, en el tercero, en el borde de los dientes. Lo.Li.Ta. Era Lo, sencillamente Lo, por la mañana, cuando estaba derecha, con su metro cuarenta y ocho de estatura, sobre un pie enfundado en un calcetín. Era Lola cuando llevaba puestos los pantalones. Era Dolly en la escuela. Era Dolores cuando firmaba. Pero en mis brazos fue siempre Lolita" El fragmento pertenece a "Lolita" (1955) la sensacional obra de Vladimir Nabokov que a pesar de narrar la irresistible atracción que ejerce una niña de apenas doce años sobre el ya maduro Humbert Humbert, ha logrado que su valor literario supere las evidentes críticas y controversias que su escabroso contenido es capaz de suscitar. La escritora Laura Freixas lo resumía de forma excelente: “Está escrita de tal modo que consigue hacernos olvidar que está mal violar niñas”. Stanley Kubrick no tardó en llevarla al cine y para encarnar a Lolita eligió a la joven Sue Lyon, a la que dio el visto bueno hasta el propio Nabokov que hacía de guionista de la adaptación de su novela al cine. Rendido a sus pies quedaría ya por siempre James Mason que sería el actor que encarnaría al sucumbido profesor de poesía Humbert Humbert. La actriz realizaría después otro interesante papel de chica peligrosa en "La noche de la Iguana" (John Huston - 1964), para después ir diluyéndose aceleradamente en papeles de escasa importancia. Fue lo que se dice una estrella fugaz, un juguete roto como tantas otras prometedoras estrellas de usar y tirar al estilo Hollywood. Ellas comentaba al respecto: "Mi destrucción como persona proviene de Lolita. Esa película me expuso a tentaciones a las que ninguna niña de esa edad debía ser sometida. Desafío a cualquier chica bonita a ser catapultada al estrellato a los 14 años y poder mantenerse en ese nivel de ahí en adelante". Pero claro, al final siempre queda Kubrick, y su cine siempre con mayúsculas, que aquí no es ni un musical, ni una película de gangsters ni del oeste, los géneros preferidos de "Lolita", una enamorada del cine, según contaba el Profesor Humbert en la novela: "Lo (Lolita) aún tenía verdadera pasión por el séptimo arte (...) Vimos, voluptuosamente, sin discriminación, ciento cincuenta o doscientas películas sólo durante ese año (...) Sus películas favoritas eran, en este orden: las musicales, las policíacas y las del Oeste. En las primeras, cantantes y bailarines reales hacían carreras irreales en un mundo del espectáculo que venía a ser, en esencia, una esfera impermeable a todo lo que representara pena o tristeza, de la cual estaban excluidas la muerte y la verdad y donde, al final, el canoso, inocente y confiado, y técnicamente inmortal, padre de la heroína, reticente al principio a permitir que su hija se entregue a su loca pasión por las tablas, acaba aplaudiendo a rabiar su apoteósico triunfo en el fabuloso Broadway. Las películas policíacas también se desarrollaban en un mundo aparte: en él, heroicos periodistas eran torturados, las facturas telefónicas ascendías a cifras astronómicas y, en un ambiente sano y deportivo, aunque caracterizado por una inepta falta de puntería a la hora de disparar, los malos eran perseguidos por cloacas y almacenes de los más variados artículos por policías de patológica temeridad (mi captura no habría de causar tan extenuante ejercicio). En último lugar estaban los paisajes de tonos pardos, los domadores de caballos salvajes, de rostro rosado y ojos azules, la recatada y hermosa maestra, que llega al pueblo levantado a orillas del rumoroso arroyo, el caballo que se encabrita, la espectacular estampida del ganado, el cristal roto con un vigoroso golpe de revólver, la increíble pelea a puñetazo limpio, las montañas de muebles viejos que sueltan nubes de polvo al romperse, la mesa utilizada como proyectil, el oportuno salto mortal, la mano atada que busca a tiendas el cuchillo de monte caído al suelo, el rugido de la desesperación, el ruido amortiguado del puño al chocar contra la barbilla, la patada en la entrepierna, el hábil salto sobre el contrario para derribarlo al suelo; e, inmediatamente después de recibir una serie de golpes demoledores, que habrían mandado a Hércules al hospital (a estas alturas puedo afirmarlo por experiencia propia), el valiente héroe de la película, en cuya bronceada mejilla no aparece más que la sombra de un morado, lo que le da todavía mayor atractivo, si cabe, abraza a su entusiasmada futura esposa, toda una mujer del Oeste." Con el vídeo hacemos justicia a Shelley Winters, que no habíamos citado y que hace un papel sensacional como madre de la jovencita en la película, y vemos como presente inocentemente a Lolita al Profesor Humbert, que por supuesto se queda con ellas por las tartas de cerezas: Las imágenes han sido tomadas de las siguientes páginas: https://www.pinterest.es/pin/690387817848603141/ https://www.pinterest.es/pin/311663236698294521/ https://www.pinterest.es/pin/681310249852733765/ https://www.pinterest.es/pin/343258802826194067/
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Marko Manev Tyrell & Mother Noir Series Print Release Details
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Saul Bass was born in 1920 in New York City, to a Jewish immigrant family. A creative child, he drew constantly. For college, he attended night classes at the Art Students League where he had the fortune of studying under György Kepes, a master of the functional Bauhaus aesthetic. In the 1940s, Bass left New York for California. He worked mostly for advertising until his first major break: a poster for the 1954 film, Carmen Jones. The filmmakers were so impressed by his poster work, they invited him to design the title credits as well. This turned out to be a game changing decision. 1954 Carmen Jones Saul Bass stepped up the sophistication of film posters with his distinctive minimal style and he completely revolutionised the role of title credits in films. Traditionally, credits were static and drab. They were considered so un-important, they would actually be projected onto the closed curtains which would only open for the first official scene of the movie. Bass, however, was committed to injecting life into these graphics, making them as much a part of the cinematic experience as anything else. Introducing his signature “kinetic type,” Bass’ letters dashed and moved across the screen and frequently incorporated images other than text. Titles became a spectacle to be seen. Film reels with Bass credits were delivered to movie theaters along with a note: “projectionist – pull curtain before titles.” Bass went on to create dozens of iconic film posters and title credits. His final projects before his death in 1996 were credits for four Martin Scorsese films: Goodfellas (1990), Cape Fear (1991), The Age of Innocence (1993) and Casino (1995). These are some of his best known film posters: Stalag 17 1955 The Man with the Golden Arm Saul Bass's enduring influence is still seen today in many references to his most iconic works like the poster above. This is a 2003 The White Stripes album cover: 2003 The White Stripes album 1956 Storm Centre 1957 Edge of the City 1957 Love in the Afternoon 1957 Saint Joan 1958 Bonjour Tristesse 1958 The Big Country 1958 Vertigo advertisement 1958 Vertigo 1959 Anatomy of a Murder 1960 Exodus 1960 Psycho 1960 Spartacus 1960 The Magnificent Seven advertisement 1961 One, Two, Three 1961 West Side Story 1962 Advise and Consent 1 1962 Advise and Consent 2 1962 Advise and Consent3 1962 Birdman of Alcatraz 1963 Nine Hours to Rama 1963 The Birds 1963 The Cardinal 1965 Bunny Lake is Missing 1965 In Harm's Way 1966 Grand Prix 1966 Seconds 1967 Hurry Sundown 1967 The Two of Us 1968 The Fixer 1970 Tell me that you love me, Junie Moon 1971 Such Good Friends 1979 The Human Factor 1980 The Shining 1993 Schindler's List
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