Ricardo Palma (Lima, 1833 - Miraflores, 1919) Escritor peruano, creador de un género intermedio entre el relato y la crónica, que renovó la prosa sudamericana. Aunque se le considera integrante de la escuela romántica, su obra no obedece del todo a sus presupuestos, salvo por algunos matices estilísticos que empleó como soporte formal. Es cierto que en su juventud hizo una apasionada defensa del romanticismo, pero luego lo juzgaría con gran severidad y trazaría su propio derrotero artístico. Hijo de familia humilde, realizó sus estudios en el Colegio de Noel, el Colegio de Orengo y el Convictorio de San Carlos, donde al parecer fue alumno externo. En 1848 empezó su carrera literaria, según propia confesión, formando parte del grupo que después él mismo denominaría "La bohemia de mi tiempo". Comenzó escribiendo poesía, a la vez que ejercía el periodismo en diversas publicaciones periódicas (la mayoría de existencia efímera) como redactor o crítico de espectáculos, para lo cual usó múltiples seudónimos. En 1849 escribió su primer drama, El hijo del sol, que no se llegó a representar, y aunque obtuvo algún éxito en el poco exigente medio limeño, alrededor de 1858 dejó de escribir teatro. En la actualidad sólo conocemos de su producción teatral el drama Rodil (1851), redescubierto cien años después de su publicación (pues Palma procedió a la destrucción de los ejemplares) y la comedia El santo de Panchita, escrita en colaboración con Manuel Ascensio Segura e incluida en la recopilación de obras de este último publicada con el título de Teatro (1869). Tras probar el género histórico con el libro Corona patriótica (1853), Palma empezó a componer de relatos breves de diversa índole, desde el ensayo costumbrista al romance histórico, que serían el germen de sus posteriores Tradiciones peruanas. En 1853 pasó a formar parte del Cuerpo Político de la Armada Peruana como oficial tercero, correspondiéndole prestar servicio en la goleta Libertad, el bergantín Almirante Guisse, el transporte Rímac (donde estuvo a punto de morir a consecuencia del naufragio de la nave en marzo de 1855) y el vapor Loa. En 1857 fue separado momentáneamente del ejercicio de su cargo por haber secundado la sublevación del general Ignacio de Vivanco contra el gobierno de Castilla, pero su participación política más importante se produjo en 1860, con ocasión del frustrado asalto a la casa del presidente ejecutado por un grupo de civiles y militares de tendencia liberal, liderados por José Gálvez. Tras el fracaso del intento golpista, Palma se embarcó rumbo a Chile y llegó a Valparaíso los últimos días de 1860. Durante su permanencia en esta ciudad, el escritor frecuentó los salones literarios y perteneció a la Sociedad Amigos de la Ilustración, colaborando en la Revista del Pacífico y la Revista de Sudamérica, de la cual llegó a ser redactor principal. En agosto de 1863, luego de ser amnistiado, emprendió el regreso al Perú. En julio de 1864 fue nombrado cónsul en el Pará, pero parece que no llegó a ejercer el cargo, solicitando y obteniendo una licencia que empleó en viajar por Europa. En 1865 regresó al Perú para ponerse a órdenes del gobierno, que se encontraba en conflicto con España, participando en el combate del Callao del 2 de mayo de 1866 como asistente de José Gálvez. Al año siguiente intervino en la sublevación del coronel José Balta y, cuando Balta fue elegido presidente en 1868, lo nombró secretario particular; fue además elegido senador por la provincia de Loreto. Tras el asesinato de Balta en 1872, Palma se retiró a la política para dedicarse exclusivamente a la literatura. El mismo año publicó la primera serie de sus Tradiciones peruanas. Cuando en 1879 se declaró la guerra con Chile, Palma ya era uno de los literatos más reconocidos del continente americano y colaborador frecuente de las principales publicaciones literarias sudamericanas. Durante la guerra participó en la defensa de la capital peruana. En 1881, las tropas de ocupación incendiaron su casa ubicada en el balneario de Miraflores, con lo que perdió su biblioteca personal, el manuscrito de su novela Los Marañones y sus memorias del gobierno de Balta. Decepcionado, pensó aceptar el ofrecimiento que en 1833 le hizo el dueño del diario La Prensa de Buenos Aires para que se trasladase con su familia a esa ciudad para ejercer de redactor literario del periódico, pero el presidente Miguel Iglesias lo convenció para que aceptase la dirección de la Biblioteca Nacional del Perú, que se encontraba destruida como consecuencia de la guerra. Su labor al frente de esta institución, donde contó con un presupuesto exiguo, fue verdaderamente encomiable, no dudando en utilizar su prestigio literario para solicitar a personalidades de diversas partes del mundo la donación de libros, ganándose el apelativo de El bibliotecario mendigo. El 28 de julio de 1884 Palma logró inaugurar la nueva Biblioteca Nacional del Perú. Siguió ocupándose de su dirección, labor momentáneamente interrumpida por su viaje a España como representante del Perú al Noveno Congreso Internacional de Americanistas, celebrado con ocasión del Cuarto Centenario del Descubrimiento de América (1892-93). En febrero de 1912 renunció al cargo por discrepancias con el gobierno, que nombró en su lugar al escritor Manuel González Prada, antiguo adversario de Palma. González Prada atacó la gestión de su predecesor en una Nota informativa acerca de la Biblioteca Nacional (1912), lo que motivó la respuesta de Palma en su folleto Apuntes para la historia de la Biblioteca de Lima (1912), donde hace un recuento de su labor al frente de la institución. Alejado de su labor como bibliotecario y convertido en el patriarca de las letras peruanas, Palma se retiró a vivir al balneario de Miraflores, donde pasó los últimos años de su vida. Cuando murió fue enterrado con honras fúnebres correspondientes a Ministro de Estado y se declaró duelo nacional. La obra de Ricardo Palma De reconocido prestigio en el mundo cultural hispanoamericano, Ricardo Palma es la figura más significativa del romanticismo peruano y uno de los escritores mejor dotados del siglo XIX americano. Polifacético, espíritu renovador y progresista, su actividad literaria se desarrolla en campos muy diversos. Como poeta siguió la corriente romántica europea de Zorrilla, Heine, Victor Hugo y Byron. Dentro del género lírico publicó Poesías (1855), Armonías. Libro de un desterrado (1865), Pasionarias (1870), Verbos y gerundios (1877) y Enrique Heine. Traducciones (1886). Reeditó gran parte de su obra poética en el libro Poesías (1887), que llevó como introducción el estudio "La bohemia limeña de 1848 a 1860. Confidencias literarias". Posteriormente publicó su poema A San Martín (1890), que originó una protesta del gobierno chileno por considerarlo ofensivo a ese país. Su último libro de versos fue Filigranas. Aguinaldo a mis amigos (1892). Fue también compilador de Lira americana. Colección de poesías de los mejores poetas del Perú, Chile y Bolivia (1865). Entre sus trabajos históricos podemos mencionar Anales de la Inquisición de Lima (1863), el polémico Monteagudo y Sánchez Carrión. Páginas de la historia de la independencia (1877) y su Refutación a un compendio de historia del Perú (1886), cuyo ataque a los jesuitas motivó que el Congreso peruano declare la prohibición del establecimiento de esta orden religiosa en el país. Su labor como principal gestor y presidente de la Academia Peruana de la Lengua desde el 5 de mayo de 1887 está representada por los Anales de la Academia Correspondiente de la Real Española en el Perú (1887), y especialmente por sus valiosas sugerencias a favor de la admisión de nuevos vocablos contenidas en sus libros Neologismos y americanismos (1896) y Papeletas lexicográficas (1903). Publicó además Recuerdos de España (1898), sobre su viaje a ese país en 1892, que después sería reeditado con el título Recuerdos de España precedidos de La bohemia de mi tiempo (1899). Párrafo aparte merecen las Tradiciones peruanas, relatos construidas a partir de hechos históricos o anécdotas populares de carácter ligero y burlesco que constituyen un género literario particular. Aunque Palma había escrito los primeros de estos relatos antes de su destierro a Chile, sólo varios años más tarde se decidió a editar la primera serie de sus Tradiciones (1872). A este volumen le seguirían Tradiciones. Segunda serie (1874), Tradiciones. Tercera serie (1875), Tradiciones. Cuarta serie (1877), Tradiciones. Quinta serie (1883), Tradiciones. Sexta serie (1883), Ropa vieja (1889) y Ropa apolillada (1891). Después de publicar en Buenos Aires la primera edición extranjera de estos relatos (1890), publicó una edición en España con el título, desde entonces célebre, de Tradiciones peruanas (4 vols., 1893-96). Posteriormente a esta edición aparecieron Tradiciones y artículos históricos (1899), Cachivaches (1900), Mis últimas tradiciones peruanas y cachivachería (1906), Apéndice a Mis últimas tradiciones peruanas (1910) y una edición póstuma con el título El Palma de la juventud (1921). Tras su muerte, las hijas del escritor llevaron a cabo una edición definitiva de las Tradiciones peruanas que contó con el auspicio del gobierno peruano (6 vols., 1923-25). El conjunto de la obra, en once series, es de una evidente grandiosidad, si bien hay un cierto desorden provocado por repeticiones, remansos fatigosos y temas muy dispares, entre éstos artículos críticos. Mitad historia y ficción, domina un fondo socarrón, intercalado con emotivas referencias al mundo americano. En el dilatadísimo proceso de su composición, Ricardo Palma fue poco a poco desligándose de la leyenda romántica española y perfilando un característico y personalísimo mundo, hasta madurar artísticamente en una especie narrativa, la tradición, en la que supo genialmente enlazar rasgos románticos (la leyenda, la novela histórica) y costumbristas (humor, espíritu crítico de los usos e instituciones nacionales, habla popular), enriqueciéndolos con las lecciones de los grandes satíricos y novelistas picarescos del Siglo de Oro español (Quevedo a la cabeza), así como de los ironistas de la Ilustración y el liberalismo (Voltaire, sobre todo). Mucho se ha escrito sobre las Tradiciones peruanas y la pretendida ideología que subyace detrás de la obra. Algunos han querido ver en el escritor un nostálgico del pasado colonial, y otros han sostenido que la ironía con la que describe dicho pasado esconde una crítica social. Al respecto el ensayista Luis Loayza ha sostenido en su libro El sol de Lima (1974) que "Al leer las Tradiciones se advierte que el autor era un hombre de su tiempo... El mundo de la colonia era, o pretendía ser, jerárquico: en las Tradiciones hay un sentimiento democrático, igualitario; se festeja el irrespeto ante la autoridad". En la actualidad, aun cuando sus méritos literarios sean materia de discusión, no se deja de reconocer el enorme impacto que tuvieron dentro de la narrativa hispanoamericana, gozando todavía de gran popularidad. Ya la primera reunión de sus Tradiciones peruanas gozó, en efecto, de un éxito inmediato, refrendado por la enorme acogida que alcanzó dentro y fuera del Perú. Estuardo Núñez estudió su influencia decisiva en la narrativa hispanoamericana entre 1872 y 1940, como género que adelanta componentes del cuento y la novela del siglo XX. Fusionar el costumbrismo y el romanticismo era una tarea crucial, que se verificó en dos manifestaciones artísticas sobresalientes: la poesía gauchesca y la tradición palmista. No deja de ser sintomático, más que casual, que las dos obras cimeras de ambos procesos creadores, Martín Fierro (del argentino José Hernández) y Tradiciones peruanas, aparecieran el mismo año, 1872. En ellas palpitan ya rasgos de lo que serán la poesía novomundista y la narrativa del realismo "mágico" o "maravilloso", así como la reelaboración de la oralidad y de la óptica del pueblo, tan significativos en las letras hispanoamericanas del siglo XX. La trascendencia de la obra de Ricardo Palma ha sido justamente destacada por la crítica. Luis Leal lo considera el mejor "cuentista" hispanoamericano de dicha centuria; para Estuardo Núñez fue el narrador hispanoamericano de mayor influencia a fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX. Tal envergadura se vincula con la capacidad de Palma para asumir una tarea pendiente en las letras americanas: efectuar el tránsito de una literatura centrada en la tradición oral o de carácter ancilar a una literatura que va a ir privilegiando la modalidad escrita y la ficción.
Nacido en Lima (Perú), fue también político y periodista. Costumbrismo: corriente literaria que se preocupa por preservar las costumbres y tradiciones del pueblo. Tradiciones peruanas: colección de cuentos breves que mezclan costumbres, historia, anécdota, comentario social y ficción. Palma los escribió entre 1872 y 1910, y las fuentes principales en las que se basó son sucesos históricos y anécdotas. Ideas esenciales de "La camisa de Margarita" Importancia de las fuentes de la historia. Respeto por las tradiciones vs. necesidad de cambios sociales. Narrador intrusivo.
Nuestro país se encuentra en los ojos del mundo, gracias al célebre Ricardo Palma y sus reconocidos manuscritos, los cuales datan de 1877 a 1904. Son ocho los documentos protegidos por la Biblioteca Nacional del Perú, que pasaron a formar parte de un legado mundial. El registro de los manuscritos se llevó a cabo en […]
Ricardo Palma by Teófilo Castillo I No sabré decir con fijeza en qué año del pasado siglo era cura de Yanaquihua, en la doctrina de Andaray, perteneciente a la diócesis del Cuzco, el doctor don Gaspar de Angulo y Valdivieso; pero sí diré que el señor cura era un buen pastor, que no esquilmaba mucho a sus ovejas, y que su reputación de sabio iba a la par de su moralidad. Rodeado siempre de infolios con pasta de pergamino, disfrutaba de una fama de hombre de ciencia, tal como no se reconoció entonces sino en gente que peinara canas. Gran latinista y consumado teólogo, el obispo y su cabildo no desperdiciaban ocasión de consultarlo en los casos difíciles, y su dictamen era casi siempre acatado. El doctor Angulo y Valdivieso vivía en la casa parroquial, acompañado del sacristán y un pongo o muchacho de servicio. Su mesa rayaba en frugal, y por lo que atañe al cumplimiento de los sagrados deberes de su ministerio daba ejemplo a todos sus compañeros de la diócesis. Aunque sólo contaba treinta y cuatro años de edad y era de bello rostro, vigoroso de cuerpo, hábil músico e insinuante y simpático en la conversación, nunca había dado pábulo a la maledicencia ni escandalizado a los feligreses con un pecadillo venial de esos que un faldellín de bandera, vestido por cuerpo de buena moza, ha hecho y hace aún cometer a más de cuatro ministros del altar. El estudio absorbía por completo el alma y los sentidos del cura de Yanaquihua, y así por esta circunstancia como por la benevolencia de su carácter era la idolatría de la parroquia. Pero llegó un día fatal, probablemente el de San Bartolomé, en que el diablo anda suelto y tentando al prójimo. Una linda muchacha de veinte pascuas muy floridas, con una boquita como un azucarillo, y unos ojos como el lucero del alba, y una sonrisita de Gloria in excelsis Deo, y una cintura cenceña, y un piececito como el de la emperatriz de la Gran China, y un todo más revolucionario que el Congreso, se atravesó en el camino del doctor Angulo, y desde ese instante anduvo con la cabeza a pájaros y hecho un memo. Anita Sielles, que así se llamaba la doncella, lo traía hechizado. El pastor de almas empezó a desatender el rebaño, y los libros allí se estaban sin abrir y cubiertos de polvo y telarañas. Decididamente el cuerpo le pedía jarana..., y ¡vamos!, no todo ha de ser rigor. Alguna vez se le ha de dar gusto al pobrecito sin que raye en vicioso; que «ni un dedo hace mano ni una golondrina verano». Y es el caso que como amor busca correspondencia, y el platonicismo es manjar de poetas melenudos y de muchachas desmelenadas, el doctor Angulo no se anduvo con muchos dibujos, y fuese a Anita y la cantó de firme y al oído la letanía de Cupido. Y tengo para mí que la tal letanía debió llegarla al pericardio del corazón y a las entretelas del alma, porque la muchacha abandonó una noche el hogar materno y fuese a hacer las delicias de la casa parroquial con no poca murmuración de las envidiosas comadres del pueblo. Medio año llevaban ya los amantes de arrullos amorosos, cuando el doctor Angulo recibió una mañana carta en que se exigía su presencia en Arequipa para realizar la venta de un fundo que en esa ciudad poseía. Fiarse de apoderados era, amén de pérdida de tiempo y de tener que soportar embustes, socaliñas y trabacuentas, exponerse a no recibir ni un cuarto. Nuestro cura se dijo: «Al agua patos, no se coman el grano los gurrupatos». La despedida fue de lo más romántico que cabe. No se habría dicho sino que el señor cura iba de viaje al fabuloso país de la Canela. Dos semanas era el tiempo mayor que debía durar la ausencia. Hubo llanto y soponcio y... ¡qué sé yo! Allá lo sabrán los que alguna vez se han despedido de una querida. El doctor Angulo entró en Arequipa con ventura, porque todo fue para él llegar y besar. En un par de días terminó sin gran fatiga el asunto, y después de emplear algún dinerillo en arracadas de brillantes, gargantilla de perlas, vestidos y otras frioleras para emperejilar a su sultana, enfrenó la mula, calzose espuelas y volvió grupa camino de Yanaquihua. Iba nuestro enamorado tragándose leguas, y hallábase ya dos jornadas distante del curato, cuando le salió al encuentro un indio y puso en sus manos este lacónico billete: ¡Ven! El cielo o el infierno quieren separarnos. Mi alma está triste y mi cuerpo desfallece. ¡Me muero! ¡Ven, amado mío! Tengo sed de un último beso. II Al otro día, a la puesta del sol, se apeaba el doctor Angulo en el patio de la casa parroquial gritando, como un frenético: -¡Ana! ¡Ana mía! Pero Dios había dispuesto que el infeliz no escuchase la voz de la mujer amada. Hacía pocas horas que el cadáver de Ana había sido sepultado en la iglesia. Don Gaspar se dejó caer sobre una silla y se entregó a un dolor mudo. No exhaló una imprecación, ni una lágrima se desprendió de sus ojos. Esos dolores silenciosos son insondables como el abismo. Parecía que su sensibilidad había muerto, y que Ana se había llevado su alma. Pero cerrada la noche y cuando todo el pueblo estaba entregado al reposo, abrió una puertecilla que comunicaba con la sacristía del templo, penetró en él con una linterna en la mano, tomó un azadón, dirigiose a la fosa y removió la tierra. ¡Profanación! El cadáver de Ana quedó en breve sobre la superficie. Don Gaspar lo cogió entre sus brazos, lo llevó a su cuarto, lo cubrió de besos, rasgó la mortaja, lo vistió con un traje de raso carmesí, echole al cuello el collar de perlas y engarzó en sus orejas las arracadas de piedras preciosas. Así adornado, sentó el cadáver en un sillón cerca de la mesa, preparó dos tazas de hierba del Paraguay, y se puso a tomar mate. Después tomó su quena, ese instrumento misterioso al que mi amigo el poeta Manuel Castillo llamaba «Flauta sublime de una voz entraña que llena el corazón de amarga pena», la colocó dentro de un cántaro y la hizo producir sonidos lúgubres, verdaderos ecos de una angustia sin nombre e infinita. Luego, acompañado de esas armonías indefinibles, solemnemente tristes, improvisó el yaraví que el pueblo del Cuzco conoce con el nombre del Manchay-Puito (infierno aterrador). He aquí dos de sus estrofas que traducimos del quichua, sin alcanzar, por supuesto, a darlas el sentimiento que las presta la índole de aquella lengua, en la que el poeta haravicu desconoce la música del consonante o asonante, hallando la armonía en sólo el eufonismo de las palabras. «Ábreme infierno tus puertas para sepultar mi espíritu en tus cavernas. Aborrezco la existencia, sin la que era la delicia ¡ay! de mi vida. Sin mi dulce compañera, mil serpientes me devoran las entrañas. No es Dios bueno el Dios que manda al corazón estas penas ¡ay! del infierno». El resto del Manchay-Puito hampuy nihuay contiene versos nacidos de una alma desesperada hasta la impiedad, versos que estremecen por los arrebatos de la pasión y que escandalizan por la desnudez de las imágenes. Hay en ese yaraví todas las gradaciones del amor más delicado y todas las extravagancias del sensualismo más grosero. Los perros aullaban lastimosa y siniestramente alrededor de la casa parroquial, y aterrorizados los indios de Yanaquihua abandonaban sus chozas. Y las dolientes notas de la quena y las palabras tremendas del haravicu seguían impresionando a los vecinos como las lamentaciones del profeta de Babilonia. Y así pasaron tres días sin que el cura abriese la puerta de su casa. Al cabo de ellos enmudeció la quena, y entonces un vecino español atreviose a escalar paredes y penetrar en el cuarto del cura. ¡Horrible espectáculo! La descomposición del cadáver era completa, y don Gaspar, abrazado al esqueleto, se arrastraba en las convulsiones de la agonía. III Tal es la popularísima tradición. La Iglesia fulminó excomunión mayor contra los que cantasen el Manchay-Puito o tocasen quena dentro de un cántaro. Esta prohibición es hoy mismo respetada por los indios del Cuzco, que por ningún tesoro de la tierra consentirían en dar el alma al demonio.
| Author: Ricardo Palma Y. Roman | Publisher: Wentworth Press | Publication Date: Aug 27, 2016 | Number of Pages: 44 pages | Language: Spanish | Binding: Hardcover | ISBN-10: 1371578052 | ISBN-13: 9781371578053
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Las Tradiciones Peruanas son emblemáticas de nuestra literatura. Te invitamos a leerlas a propósito del 103 aniversario de la partida del escritor. Su
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....antigua Tapada limeña.... ....(foto:Archivo Courret-Lima)....antigua Plaza de Santa Ana .... ( hoy Plaza Italia, antes llamada Plaza Santa Ana ó Plaza Raimondi) ….. mi Lima antigua…su trazo en cuadras; manzanas é islas ; sus nombres ; calles , jirones y vías….. Don JOSE GALVEZ en su libro “CALLES de LIMA y MESES del AÑO” nos decía inicialmente.” atrevida empresa, en cierto modo- y no lo digo por presunción si no por temor de no lograrla-es ésta de relacionar para un ALMANAQUE CALLEJERO meses del año con calles de LIMA. La arbitrariedad espontánea como fueron bautizadas muchas de ellas, desde antaño por la improvisación popular, al margen de todo oficialismo, hace de la toponimia de la ciudad antigua algo pintoresco y bizarro”. “Poco a poco, por algún apellido de vecino ilustre o muy notorio, o por suceso, no importaba fuese baladí o trascendental si hería la pública atención, se fue tejiendo una maraña curiosísima de nombres, no contentándose la gracia, entre noble y pícara, de la ciudad, con señalar cada carrera ó vía, calle propiamente dicha, sino con apodar cada CUADRA para distinguir el espacio transitable de esquina a esquina, en cada MANZANA o ISLA como antaño se decía”. Nuestros antiguos limeños no conocían el raro término de JIRON, y usaban mucho la terminología de CALLE para toda una VIA. Quiero aprovechar la cercanía de la celebración del 475 aniversario de mi Lima, y apropósito de lo que estoy tratando en esta nota, para señalar que encontré en mis archivos una décima antigua de la autoría de don ALEJANDRO BISETTI PINEDO, que la tituló “LIMA, MI VIEJA LIMA” y que dice así Lima estaba dividida en cincuenta y dos jirones aparte de los solares pasajes y callejones. Las tres veces coronada Lima,”La ciudad jardín” la de hermoso calesín con su exótica “Tapada” se llamó; Lima cuadrada porque así fue concebida Pizarro le dio la vida trazándola en su momento; antes que llegue el cemento Lima estaba dividida. Al ver la casa y el valle de Tailichusco, Pizarro dijo: “Aquí con quincha y barro trazaremos cada calle” “Preparemos el detalle los discursos y sermones, Dios dará las bendiciones a esta urbe recién nacida” por eso fue repartida en cincuenta y dos jirones. Así Lima fue fundada y su trazo original se observa en la Lima actual hoy toda modernizada con flores engalanada el claustros y otros lugares, en iglesias y en altares, en casonas y en conventos, se ven viejos monumentos aparte de los solares. Nacieron las cofradías junto al pregón callejero, la bohemia y el bandolero que aún se ven en estos días el criollo brinda alegrías entre rejas y balcones, gozan de estas tradiciones con pañuelos, baile y canto la mujer de saya y manto pasajes y callejones. ¿ Que bacán y oportuna esta décima, no ?...sigo…. con las denominaciones que antiguamente se les daba a nuestras calles …..….por ejemplo nos decía GALVEZ, que la vía de TRUJILLO fue denominada inicialmente como la de SANTO DOMINGO, y la DEL ARCO después, hoy se denomina jirón CALLAO “hasta fijarse definiéndose, aún en el presente en la frontera al PUENTE y a SAN LAZARO”. Nuestros antiguos pobladores se expresaban utilizando la terminología limeñísima o cubanísima de CUADRA, para referirse a extensiones reducidas de esquina a esquina. Por ejemplo: las de MONSERRATE, LAMILLA, ESPIRITU SANTO, PIEDRA, ARCO. Los habitantes de nuestra añejísima Lima empleaban mucho el término de MANZANA o ISLA, que era el referido a cuatro CUADRAS circundantes y cada cuadra tenía su respectivo nombre y que hoy, con el transcurrir del tiempo nos parece pintoresco. Por ejemplo, les comento a ustedes estimados lectores que existe una calle octubrina relacionada con los temblores llamada LAS NAZARENAS ó jirón HUANCAVELICA –Puerta principal del Mercado La Aurora (Calle CABALLOS-6ta.Cuadra en la que naciera este humilde escriba), antiguamente denominada SANTO CRISTO del MILAGRO, y también de las MARAVILLAS. Vinculamos esta calle octubrina de LAS NAZARENAS con la historia, por que ésta nos hace referencia que por el año 1651 un mulato de ángola del barrio de PACHACAMILLA pintó al SANTO CRISTO del MILAGRO, sector.....” así nombrado por haberse reducido en él a los indios de Pachacamac en el siglo XVI, desde cuya época se habitúo la gente al nombre, una imagen de Cristo crucificado. Tuvo muchos devotos, principalmente negros y mulatos. Allí estaba, cuando un sacudimiento terrestre derribó por entero la casa, dejando incólume la pared con la venerada figura. “Es en 1660, cuando un vecino llamado ANDRES LEON, levantó una modesta ramada para el culto del que hoy es el PATRON de la Ciudad, el SEÑOR de los MILAGROS de NAZARENAS. Dicen que las autoridades eclesiásticas de entonces no brindaron los permisos del caso y dispusieron destruir el sitio, y es aquí cuando el capitán don SEBASTIAN de ANTUÑANO compró una parte de la antigua PACHACAMILLA para levantar un templo al CRISTO del MILAGRO. Cuentan, que como, los solares aledaños formaban una parte del mayorazgo correspondiente a la fundación de doña JUANA CEPEDA, mujer del conquistador HERNAN GONZALES, don DIEGO de TEVES Márquez de Casares, poseedor entonces del vínculo. Sin embargo ANTUÑANO, previa y arduas gestiones ante el Consejo de Indias, obtuvo la autorización del Rey y así logra obtener la licencia, para construir un conventillo y una pequeña iglesia. Es a raíz del terremoto de octubre de 1687 que destruyó totalmente la ciudad, no afectando el bendito muro pintado por el mulato angoleño, cuando el cabildo de Lima, juró por PATRON y DEFENSOR al SANTO CRISTO del MILAGRO y autorizó la primera procesión que hasta la fecha perdura, convirtiéndose en la más grande del mundo y su Hermandad, como una de las mejores organizadas con sus 20 Cuadrillas de cargadores y con sus Grupos de cantoras y Sahumadoras y a nivel mundial , donde también se rinde culto a nuestro Divino Patrón. Es en al año 1730, al construirse el conventillo o casa de clausura de las monjas que se le empezó a denominar CONVENTO de LAS NAZARENAS, utilizando el nombre de la CUADRA y de LA PLAZUELA. Consideramos oportuno referir que mucho antes existía un beaterio en el sector de Monserrate que viene a ser el origen del Monasterio actual. Aunque la cuadra se siguió llamando durante muchísimo tiempo como la del SANTO CRISTO del MILAGRO,” se ha impuesto y perdurado el de LAS NAZARENAS, cuyos verdaderos fundadores fueron ANTUÑANO y la beata MALDONADO, primera Superiora del primitivo beaterio”........quienes no alcanzaron a ver su construcción. Con el tiempo se le ha atribuido al Virrey Amat ser el autor de los diseños del templo, ya que fue uno de los principales protectores de la Iglesia y del Monasterio de las actuales monjas de clausura, cuya Orden es el de “LAS NAZARENAS CARMELITAS DESCALZAS de SAN JOAQUIN”. Esta es pues, una breve reseña de las vinculaciones de la denominada calle de LAS NAZARENAS y el mes de OCTUBRE del que nos hablaba JOSE GALVEZ y de lo que hoy es parte de este sector de nuestra siempre bella, ciudad de LIMA que se apresta a celebrar el 475 aniversario de su fundación. Enrique Bravo Castrillón (*) Fuente: Calles de Lima-José Gálvez.
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13 Feb — 13 Mar 2021 at Steve Turner in Los Angeles, United States
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Muestra individual del artista Marcos Palacios.
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BAQ 2012 CATEGORÍA DISEÑO ARQUITECTÓNICO PERÚ JUVENAL BARACO, ENRIQUE BONILLA El edificio propuesto se encontrará ubicado en Avenida Benavides 5460 Distrito de Santiago de Surco, Provincia de Lima, Departamento de Lima, Dentro del Campus Universitario de la Universidad Ricardo Palma Estará destinado a alojar aulas ,en un número total de…
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