“Yo no he fallado”, repite la infanta Cristina con amargura. Por eso continúa con su anillo de casada, “respeto la institución del matrimonio, llevo el anillo desde hace casi veinticinco años y lo voy a seguir llevando hasta que me divorcie, ¡quiero que el mundo sepa que yo no tengo nada de qué avergonzarme!”.