Crear personajes puede resultarnos, en ocasiones, complicado. No es fácil describir a alguien en unas pocas líneas y recordar durante toda nuestra historia que no le gustaban las espinacas, a lo mejor el día que escribimos eso, nos habían puesto espinacas que se nos habían indigestado; y cien días más tarde, no nos acordábamos de ese detalle y describimos la deliciosa crema de espinacas de la que disfrutó nuestro protagonista. Son detalles tontos, pero que pueden hacer saltar un muelle en la cabeza del lector.Una forma sencilla de evitar esto,…