Un día, poco después de cumplir 30 años, me desperté en medio de la noche con un dolor terrible en la zona lumbar. A partir de ese momento comencé a experimentar una molestia insoportable de vez en cuando. Visité a varios médicos, pero ninguna medicina o quiropráctico pudieron ayudarme. Entonces, después de un par de años de lucha, decidí hacer un cambio e incorporar algunos ejercicios simples en mi rutina diaria, en lugar de llenarme de analgésicos. Y resultó que esa fue una de las mejores decisiones que tomé en mi vida.